Decir la verdad
Por Paul Krugman
Algunas agencias de noticias, incluyendo al New York Times, están sumidas ahora en la autocrítica por los hechos que condujeron a la guerra de Irak. Se preguntan cómo acusaciones pobremente documentadas de una amenaza inminente recibieron un tratamiento desmedido y acrítico, mientras que las evidencias en la dirección contraria o fueron ignoradas o tomadas poco en serio.
Pero no fue sólo Irak, y no fue sólo el Times. Parece que muchos periodistas se arrepienten ahora sobre el contexto más amplio en el que se inscribía la cobertura de Irak: un clima en el que la prensa no deseaba informar negativamente sobre George Bush.
La gente que lee las noticias ojeando la portada, o viendo la televisión, debería sentirse confusa por el repentino cambio del papel de Bush. Durante más de dos años después del 11-S, él fue un tirador certero, todo claridad moral y rectitud.
Pero ahora esa gente oye hablar de un presidente que no contó toda la historia sobre por qué nos condujo a una guerra en Irak o cómo va esa guerra, quien no puede admitir errores o aprender de ellos, y quien no someterá a nadie de su equipo, ni a sí mismo, a responsabilidad alguna. ¿Qué ocurrió?
La respuesta, por supuesto, es que el tirador certero nunca existió. Fue un personaje ficticio que la prensa, por varias razones, presentó como real.
Publicado originalmente en New York Times
Traducido al castellano y publicado en Pensamientos Radicalmente Eclécticos
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