¡Qué tiempos aquellos Señor Don Simón en el que los blogueros de cualquier ralea repudiaban la idea de incluir publicidad en sus bitácoras! Que si ensuciaban las pantallas, que si así defendían su independencia, que si devalúa el blog... Incluso se llegaron a contar por cientos el número de Ad-free blogs.
Personalmente este tema se me hacía, muy respetable, pero irrelevante para el conjunto de la blogosfera. No es que quienes lanzaron la iniciativa lo fueran -ya quisiera este blog tener la visibilidad de los Microsiervos-, sino que, incluso con su poder de influencia -que he defendido-, la gente iba por otro lado. Incluso se vive una pasión nueva por emprender y hacer dinero con los blogs y uno de los caminos para conseguir esto es... la publicidad, ¡por supuesto!
Y no es que no se les tome en cuenta a estos relevantes blogueros, sino que, según pa'qué, se les hace más o menos caso. Algo que llamaría la influencia segmentada.
Pensemos en los tertulianos todólogos que igual hablan de Paris Hilton que de ETA y terminan sentenciando a la Unión Europea o al patético papel de Bush en los estertores de su mandato. La audiencia puede escucharlos, pero creerles apenas una pequeña porción de todo lo que dicen.
Lo mismo sucede con los blogueros. Hay algunos que se posicionan como expertos en un ámbito determinado, pero que en otras áreas son como cualquier otro: tan sólo una voz más en el oceano opinativo de los blogs.
Esta característica nos remonta a uno de los pilares de la blogosfera: cada blog contribuye a hacer del conjunto un espacio notorio y relevante de influencia.
Pero un blog por sí sólo es difícil (imposible) que pueda equipararse a la suma todas las bitácoras.
¡Pobre buho! Liquidado queda...
Tags: publicidad, blogs.
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