El fútbol me gusta apenas para verlo durante los mundiales. En España, a pesar de ser un país con campeones mundiales en varias especialidades, es el deporte más importante... por eso es que me sorprende el laxo tratamiento que se le da a acciones tan deplorables como la que se vivió anoche en el partido Barcelona-Zaragoza.
Las ya famosas "minorías" que están en todos los estadios campan a sus anchas, porque saben que pueden hacer lo que quieran con total impunidad.
Pueden lanzar objetos al campo poniendo en riesgo la integridad de jugadores y árbitros, abroncar a jugadores por su bajo rendimiento y hasta hacer desplantes racistas sin que pase absolutamente nada.
En los medios de comunicación se lamentan de la situación cuando, quizás sin saberlo, se convierten en uno de los promotores de estas conductas por el tratamiento que hacen de las noticias.
Repiten una y otra vez las imágenes en la televisión, comentan las actitudes en las tertulias, mantienen viva la polémica a lo largo de la semana... Se habla mucho, pero se dice muy poco o nada sobre tomar medidas de fondo que sientan ejemplo y disuadan a los gamberros de una manera eficaz y ejemplarizante.
¿Alternativas? Ya están ahí: multas económicas, partidos a puerta cerrada, suspensión cautelar a estadios, cerrar la entrada a gamberros notorios...
Desde el punto de vista de la comunicación, lo suyo sería establecer un acuerdo entre los clubes, la federación y los medios de comunicación para evitar dar "publicity" a estos actos vandálicos.
No es santo de mi devoción, pero Sarkozy (quien, por cierto, tiene un blog), solicitó a las cadenas que limitaran la difusión de las imágenes de las revueltas en los alrededores de París y eso ayudó a reducirlas drásticamente.
No es dejando de pasar las imágenes cómo desaparecerán estas conductas, pero por lo menos se dejará de hacer eco a grupos que no merecen ninguna atención.
El silencio de todos los actores (incluidos jugadores, directivos y periodistas) lanza mensajes que podrían interpretarse como de miedo por posibles represalias o como el consentimiento de sus desplantes.
Los responsables de comunicación de los clubes tendrían que saberlo, y eso les obliga a actuar en consecuencia.
Hay cosas en las que es imposible transigir. El racismo en el fútbol es una de éstas.
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