Comunicar con irresponsabilidad.
Ante el atentado del Gobernador José Murat
La impericia para comunicar en una crisis puede dar lugar a situaciones imprevisibles, pero ¿qué sucede cuando los mensajes que difunden diferentes voces sobre los acontecimientos inducen al miedo y a la confusión en lugar de trasmitir el contro de la situación y buscar la tranquilidad de la población?
En torno al atentado sufrido por el gobernador José Murat el 18 de marzo, la notable incapacidad de su equipo para dar una información rápida y coherente a los medios oaxaqueños y a la sociedad mexicana no han hecho sino crear un estado no deseable de enrarecimiento, no sólo del ambiente político, sino de las condiciones en las que las autoridades tienen que trabajar para garantizar la seguridad de los ciudadanos.
La manifiesta ineptitud de Carlos Velasco, responsable de comunicación social del gobierno oaxaqueño, quien debería ser el primero en solicitar mesura a los medios hasta que las investigaciones arrojaran sus primeros resultados oficiales, llegó a un grado sorprendente al decir: "Un atentado a un político, donde se debe investigar es en el ambiente político".
Si bien en los primeros momentos reinó la confusión sobre si el gobernador había sido alcanzado o no por las balas -afirmándolo en un segundo y desmintiéndolo en otro- esto no es motivo para comenzar a lanzar hipótesis que no fueran líneas de investigación oficiales, y, aún así, las averiguaciones deberían mantenerse con reserva por lo reciente de los hechos, sino incluso bajo secreto de sumario para no entorpecerlas ni forzarlas en ningún sentido.
Pero otro punto que llama la atención -y preocupa- es el papel de algunos medios de comunicación, quienes entraron en una dinámica de reproducir versiones no contrastadas de los acontecimientos, convirtiéndose en vehículos de mentiras y, en algunos casos, cayendo en un alarmismo irresponsable.
En el país, la credibilidad de las instituciones es baja y hechos como este atentado –que afortunadamente no cumplió con su objetivo- lo único que hacen es reforzar la percepción de la población de que la seguridad y la impartición de justicia no están garantizadas, ni siquiera para quienes ostentan el poder.
Ante la patente incapacidad de las autoridades para controlar la situación, los medios podrían optar por contribuir al restablecimiento de la calma mediante la estricta fiabilidad de sus contenidos, y con llamados serenos para que la población colabore con las averiguaciones o simplemente retome su vida normal.
Hemos visto que en las primeras horas posteriores al atentado, ya se daba por hecho de que se trataba de un “crimen de estado”, comparándosele con los casos de Colosio y Posadas. Incluso se ha llegado a acusar al gobernador de preparar un autoatentado por no se sabe qué intereses políticos de cara a la elección local que se realizará durante este año.
Esta última acusación se hace sabiendo que hay dos escoltas del gobernador heridos por el atentado, uno de ellos muy grave.
Al primar la posibilidad de que se trate de un atentado con fines políticos, se puede estar desviando la atención sobre la autoría real de estos hechos. El gobernador Murat había recibido hasta 15 amenazas de muerte, pero ya la mayoría de los medios han juzgado e indican, sin ninguna investigación ni prueba concluyente, que se trata de un “ajuste de cuentas” entre los grupos políticos de la entidad.
Flaco favor que le hacen a las instituciones encargadas de hacer la investigación del atentado y gran servicio que hacen a otros posibles autores, entre los que pueden estar grupos de narcotraficantes o fuerzas como el EPR.
Por otro lado, el baile de nombres que se ha podido ver en las crónicas periodísticas es una verdadera criminalización de sujetos públicos, quienes, en caso de demostrarse que no tenían nada que ver con el atentado, tendrán muchos problemas para restituir su credibilidad, perjudicando su vida profesional y privada.
La libertad de expresión y el deber de informar son los pilares de la actividad periodística, pero siempre en el marco de una ética profesional y una responsabilidad que haga que todas las noticias que se entregan a la sociedad se apeguen estrictamente a los hechos.
En otros países, donde los medios son igual o más combativos que en México, la información sobre este tipo de hechos siempre se hace con un enorme cuidado para no caer en errores que puedan confundir o alarmar a la población.
Cualquier manipulación de los datos de parte de las autoridades o de algún medio es fuertemente criticado por la sociedad, como sucedió recientemente con los cruentos atentados en Madrid, cuando miles de personas salieron a la calle exigiendo que se les dijera la verdad, repudiando la versión oficial del gobierno español quien había señalado como autor de la masacre al grupo terrorista ETA cuando había indicios que fortalecían la hipótesis de que se había tratado de un ataque de un grupo cercano a Al-Qaida.
Sobre este mismo caso, los responsables de los informativos de la cadena pública española TVE han sido denostados y amplios grupos han mostrado su rechazo a que continúen en este medio de comunicación.
En México no podemos quedarnos atrás. La misma responsabilidad y eficacia que exigimos a las autoridades hay que demandarlas en los medios de comunicación.
Una sociedad que está pasando por una transición tan importante necesita tener actores políticos y sociales fuertes, que sepan estar a la altura de las circunstancias, previendo que el camino estará plagado de crisis de distintos tipos, siempre imprevisibles.
Sin mediadores que informen de manera creíble, oportuna y eficaz, la sociedad mexicana pierde uno de sus pilares fundamentales y esto lastra su proceso de maduración política y cívica. Ante la irresponsabilidad de algunos medios, la sociedad tiene que exigir más responsabilidad y mayor transparencia.
* Octavio Isaac Rojas Orduña es Máster en Comunicación Corporativa y Publicitaria, Especialista en Comunicación y Gestión Política, ambos por la Universidad Complutense de Madrid, España, y Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Valle de México, Campus Estado de México. También es guionista y colaborador en medios de México, EE.UU., España, Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia y Ecuador.
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