lunes, enero 15, 2018

Las agencias de relaciones públicas y las fake news


Uno de los grandes problemas estructurales de las agencias de relaciones públicas es lo mal que comunica.  Ya se sabe, “En casa del herrero, cuchillo de palo”.  Esta reflexión viene a cuento por todo lo que se ha publicado sobre las “fake news” en los medios más importantes de todo el mundo y el sepulcral silencio que prácticamente todo el sector ha guardado en torno a este tema.

¿Por qué nos incumbe esta discusión?, se preguntarán algunos.  La respuesta es sencilla.  El sector lleva años sufriendo ataques contra su trabajo por sembrar sus propias “fake news” para sus clientes. Noticias que no lo son tanto que sirven para empujar la agenda temática de quienes pagan nuestras facturas. En este sentido, resultaría sano que esta experiencia del sector de las agencias de relaciones públicas sirviera para matizar las discusiones de políticos y periodistas sobre un tema que, desde mi particular punto de vista, se ha exagerado interesadamente.

Una vuelta a la “olvidada” Guerra Fría

Para los más viejos del lugar, quienes crecimos con la imagen de que los soviéticos eran los malos en las películas de Hollywood, ver cómo se ataca ahora a los rusos nos parece un deja vu que pensábamos que no volveríamos a ver.  Sin embargo, ahí están nuevamente las acusaciones en contra de las fábricas de trolls y de “fake news” provenientes desde Rusia, Corea del Norte e incluso Venezuela.

Esto se ha convertido en un tema muy serio, que incluso se ha discutido con profundidad en el Congreso de los Estados Unidos con la presencia de directivos de Google, Facebook, entre otras empresas de internet.  De forma paralela, la Unión Europea quiere detener las “fake news” con estrategias de contrapropaganda y la Comisión Europea ha abierto una consulta pública sobre noticias falsas y desinformación en línea.

Haciendo poderosos a los rusos

Un amigo ruso que también está en el ámbito de las agencias de relaciones públicas me dijo divertido que se “siente poderoso” al saber que un puñado de sus compatriotas son capaces de influir decisivamente en las elecciones de países tan importantes como Estados Unidos, Reino Unido o España.  “Lo que no saben es que esto hace más poderoso a Putin a los ojos del mundo y de los propios rusos”, me indicó recientemente.

Valoraciones políticas aparte, lo que es verdad es que no me parece haber escuchado por parte de ningún representante relevante del sector de las agencias de relaciones públicas ninguna matización sobre el debate abierto de las “fake news”.

Desde este espacio ofrezco algunas reflexiones que me parece conveniente discutir sobre este fenómeno de propaganda:

  • Según el Washington Post, se detectaron 4.700 USD de inversión en Youtube y más de 100.000 USD en Facebook de grupos y/o personas del ámbito ruso.  Si consideramos que una empresa como EA invirtió 2,75 millones USD para promover uno de sus juegos, el dinero invertido supuestamente por Rusia se antoja poco relevante.
  • En este mismo medio se indicaba que los contenidos generados supuestamente por los rusos habían impactado a 126 millones de estadounidenses (un 38% de la población).  Lo que no se explica es la número de veces que han visto estos contenidos.  Es dudoso que si sólo se han visto una o hasta dos veces un contenido determinado esto haya podido persuadirlos hasta hacerlos cambiar sus preferencias políticas.  Otra cosa es que se hubiera impactado a un número relativamente pequeño de ciudadanos que normalmente no votan y que éstos hubieran visto cientos o miles de veces los contenidos que finalmente les habrían hecho cambiar de opinión.  Sin embargo, para esto se hubieran necesitado auténticos expertos que tuvieran un conocimiento profundo no sólo de Facebook y Google, sino del sistema electoral norteamericano, algo que no se antoja asequible fácilmente para un grupo de generadores de contenidos y estrategias digitales rusos.  
  • Según el Post, se detectaron 43 horas de contenido supuestamente generado por los rusos, cuando cada minuto se suben 300 horas de vídeo cada minuto.
  • En el mismo artículo se indicaba que había hasta 470 cuentas y páginas involucradas en difundir propaganda rusa, y que se habían gastado 100.000 usd en 3.000 anuncios.  Lo que implica que cada anuncio recibió 3 usd de inversión en promedio.  Por experiencia, con esa inversión no se puede impactar a audiencia de millones de usuarios ubicados en EEUU como indican algunos congresistas y senadores norteamericanos.  De hecho, hay servicios que ofrecen de manera puntual o continuada el servicio de miles de cuentas generadas para retuitear, dar Me gusta o realizar visionados de videos en sitios como Seoclerks, Fiverr, Growviews, entre muchas otras.
  • Ante las acusaciones de que Facebook se habría convertido en una plataforma de manipulación política, su creador Mark Zuckerberg dijo que era “una idea bastante alocada”, aunque luego tuviera que retractarse y pedir perdón. 

Desde un punto de vista experto, las acusaciones en contra del gobierno ruso y de sus adláteres digitales suenan exageradas.  Otra cosa es que estas denuncias funcionen muy bien para según qué fines políticos.

Es muy importante recalcar que no se trata de hackers, sino que la acusación de generar y difundir “fake news” es contra creadores de contenidos y estrategas digitales.  De los primeros no nos ocupamos ahora, sino de aquellos con los que los profesionales que trabajamos en una agencia de relaciones públicas y marketing tenemos algo en común.

Es difícil ir en contra de los gobiernos occidentales más poderosos, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de éstos son o pueden ser clientes, pero el sector de las agencias de relaciones públicas debería promover una discusión seria en torno a las “fake news” e indicar cuando hay acusaciones que, desde un punto de vista estrictamente profesional, difícilmente se sostienen.  No sólo nos debemos a nuestros clientes, sino también a la sociedad y si somos expertos en algo deberíamos de hacer escuchar nuestra voz.

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