Durante años les he venido explicando a mis alumnos que una de las peores actitudes que se pueden tener durante una comunicación de crisis es asumir la estrategia del avestruz.
Viendo que el gobierno actual ha optado por estrategia y la manera en cómo le están saliendo las cosas, creo que debo añadir un matiz.
En un país con unos medios libres e independientes no es recomendable asumir esta estrategia.
Sin embargo, en España, estando los medios aquejados por una doble y profunda crisis, es posible incluso que esta sea una buena estrategia. Y no, no lo digo sarcásticamente.
Veamos:
- La ausencia de comentarios oficiales ha dejado un hueco que han ocupado informaciones como los papeles de Bárcenas, los casos Nóos, Campeón, Gürtel... Se identifica a la política con escándalos, pero no se entra al detalle de un debate de fondo sobre temas con mayor recorrido e impacto en el día a día de las personas.
- Las ruedas de prensa sin preguntas sirven a los portavoces para que sus mensajes sean reproducidos tal y como lo desean.
- Las señales de televisión facilitadas por los partidos y los gobiernos dan una visión controlada por completo de los actos políticos e informativos, sin oportunidad de añadir detalles que podrían contextualizar una información.
Si a esto le sumamos la reducción de la inversión en publicidad de los poderes públicos a todos los niveles, que está resultando en la desaparición de medios, aumento dramático del paro entre los periodistas y autocensura (o censura descarada) entre los profesionales de la información, nos encontramos que la estrategia del avestruz en España quizás sea la mejor opción en la comunicación de crisis de los gobiernos en diversos niveles en esta maltrecha piel de toro.
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domingo, marzo 31, 2013
martes, marzo 26, 2013
Relaciones Públicas: La falta de una cultura de la transparencia
En el marco de Web. La Conversación, que se celebró el 14 de Marzo pasado, se llevó a cabo la Mesa: “España en la encrucijada: la transparencia necesaria contra la impunidad”.
Para mí ha sido una de las mejores mesas en las que he participado y una de las mejores de las casi 40 que hemos organizado a lo largo de 8 años, en la que han participado casi 170 ponentes.
Más allá de estos números que me han dejado pensando, para mí ha sido duro comprobar que España es tan o más corrupta que mi otro país, México.
No es que viviera en otro mundo, sino que pensaba que la impunidad no se daba tanto en España, pero no es así.
Por desgracia, la violencia de México no deja ver los avances que está experimentando, siendo uno de éstos el acceso a la información y la transparencia en muchas de las actuaciones públicas.
La transparencia no es garantía de que la ley impere, tal como sucede en mi primer país, pero es un paso hacia esa dirección y en España prácticamente no existe transparencia alguna en muchas actuaciones de todos los niveles de gobierno.
Y esta situación se da porque no existe una cultura de la transparencia en España.
Sin una demanda de la población por tener acceso a la información que le concierne, no habrá transparencia.
Sin transparencia seguiremos asistiendo impávidos a los escándalos políticos que nos sacuden todos los días y que van desde la jefatura del estado hasta el alcalde del pueblo más pequeño de la España profunda.
Pero más allá del shock en el que está sumergido la sociedad, el problema de la opacidad en las actuaciones públicas tiene ramificaciones con un impacto más profundo y preocupante:
¿Qué impacto tiene la transparencia para los profesionales de las relaciones públicas?
La transparencia debería ser una demanda de periodistas y profesionales de la comunicación.
No puede ser que se sigan dando ruedas de prensa sin preguntas o que ni siquiera exista una obligación de los responsables políticos de dar la cara para explicar sus decisiones.
Si bien las comparescencias del gobierno en el congreso y en el senado y, a nivel regional y local, en los parlamentos autonómicos y en los plenos municipales son instrumentos para la discusión abierta de los asuntos públicos, lo que es verdad es que la ley y los formatos permiten dar respuestas vagas a los requerimientos de información por parte de la oposición.
Los profesionales de la comunicación deberíamos de ser uno de los principales impulsores de la transparencia, porque es nuestra razón de ser programática, profesional y hasta moral.
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Para mí ha sido una de las mejores mesas en las que he participado y una de las mejores de las casi 40 que hemos organizado a lo largo de 8 años, en la que han participado casi 170 ponentes.
Más allá de estos números que me han dejado pensando, para mí ha sido duro comprobar que España es tan o más corrupta que mi otro país, México.
No es que viviera en otro mundo, sino que pensaba que la impunidad no se daba tanto en España, pero no es así.
Por desgracia, la violencia de México no deja ver los avances que está experimentando, siendo uno de éstos el acceso a la información y la transparencia en muchas de las actuaciones públicas.
La transparencia no es garantía de que la ley impere, tal como sucede en mi primer país, pero es un paso hacia esa dirección y en España prácticamente no existe transparencia alguna en muchas actuaciones de todos los niveles de gobierno.
Y esta situación se da porque no existe una cultura de la transparencia en España.
Sin una demanda de la población por tener acceso a la información que le concierne, no habrá transparencia.
Sin transparencia seguiremos asistiendo impávidos a los escándalos políticos que nos sacuden todos los días y que van desde la jefatura del estado hasta el alcalde del pueblo más pequeño de la España profunda.
Pero más allá del shock en el que está sumergido la sociedad, el problema de la opacidad en las actuaciones públicas tiene ramificaciones con un impacto más profundo y preocupante:
- No hay seguridad jurídica.
- Se desalienta la competitividad a nivel empresarial.
- Se desincentiva la cultura del esfuerzo individual.
- El desgaste moral de la sociedad se acelera y profundiza.
- La impunidad asegura que se cometan más y peores delitos.
Imagen de http://www.politiquiando.com/2013/02/transparencia-una-lucha-por-la-coherencia/ |
La transparencia debería ser una demanda de periodistas y profesionales de la comunicación.
No puede ser que se sigan dando ruedas de prensa sin preguntas o que ni siquiera exista una obligación de los responsables políticos de dar la cara para explicar sus decisiones.
Si bien las comparescencias del gobierno en el congreso y en el senado y, a nivel regional y local, en los parlamentos autonómicos y en los plenos municipales son instrumentos para la discusión abierta de los asuntos públicos, lo que es verdad es que la ley y los formatos permiten dar respuestas vagas a los requerimientos de información por parte de la oposición.
Los profesionales de la comunicación deberíamos de ser uno de los principales impulsores de la transparencia, porque es nuestra razón de ser programática, profesional y hasta moral.
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